Entrar en un estudio es una gran experiencia. O debería serlo. Sin embargo, hay mucha gente para la que puede llegar a ser casi algo traumático. Relájate, porque el estudio es tu amigo.
El estudio es el paso final de todo tu proyecto musical, donde semanas, meses, o incluso años, quedarán inmortalizados para disfrute de todo el mundo y, sobre todo, el tuyo propio. Lo que grabes en el estudio te acompañará toda la vida, para bien o para mal, por eso es importante hacerlo de la mejor manera posible.
Vamos a suponer que has elegido un estudio profesional que sabe lo que hace, un estudio con experiencia y capacidad para captar lo que tienes en tu cabeza y plasmarlo en el trabajo. Y así podemos sacarlo de la ecuación. Porque el verdadero trabajo de un estudio es que tú salgas contento. Y para que el estudio pueda hacer bien su trabajo, tú tienes que tener los deberes hechos.
Es fundamental que cuando vayas a grabar, tengas claro cómo quieres sonar. Cuál es tu sonido. En el estudio encontrarás muchísimas opciones, amplificadores, guitarras, baterías… Pero si no lo tienes claro, esto solo hará el trabajo más difícil. Si no sabes cómo quieres que suene la caja de la batería y en el estudio tienen 10 cajas además de la tuya, solo perderás más tiempo en probar todas las cajas, si además con cada caja pruebas diferentes micrófonos, echa cuentas… El backline del estudio está para ayudarte, no para hacerte la vida más difícil. Si tienes claro cómo quieres que suenen las cosas, tu estudio te podrá ayudar más fácilmente, ellos saben qué utilizar para conseguir ese sonido que tienes en la cabeza, sin necesidad de probarlo todo.
Pero ojo, seamos realistas, tan importante o más que el propio instrumento, es el músico. Puedes usar el amplificador, los ajustes y la guitarra de David Gilmour, pero si tocas como Lil Wayne…
Es importante también tener los temas claros y ensayados. El estudio no es el sitio para improvisar.
Un pequeño inciso, antes de que me saltéis al cuello. Sí, claro que el estudio puede ser el lugar para improvisar y para probar cosas. Y para mucho más. Pero esto subirá el presupuesto y, seguramente, los nervios de los músicos, lo que afectará también al resultado final del trabajo. Así que, a no ser que seas, otra vez, David Gilmour, te sobre el dinero o tengas un sello que te lo pague y la suficiente experiencia y pericia como para trabajar relajado en el estudio, nuestro consejo es que lo prepares todo en el local de ensayo.
Dicho esto, repito, es muy importante llegar al estudio con los temas bien ensayados. Eso te hará tocar más relajado y centrarte más en lo que estás haciendo, en lugar de tener muchas cosas en la cabeza, y así disfrutarás más de la experiencia. Y cuando disfrutas de lo que haces, las cosas salen mejor.
Además de estas cosas, hay otros factores externos que también te afectarán cuando estés en el estudio. Es fundamental que el ambiente en el que trabajes te haga estar cómodo. En ese sentido, el estudio pondrá todo lo que esté en su mano para que estés a gusto. La iluminación, la temperatura, los asientos, las consumiciones, incluso el buen rollo… Pero hay otras cosas que tienes que tener en cuenta. ¿Qué te hace estar más relajado? ¿Tu familia? ¿Pareja? ¿Amigos? ¿Tu peluche de cuando eras pequeño? Ven al estudio con quien quieras si así vas a estar más relajado, pero teniendo en cuenta que lo más importante es tu trabajo. Si crees que las personas que vengan van a entorpecer tu trabajo o el del estudio, tendrás otra cosa más en la cabeza en la que pensar.
Bueno, esperemos que todos estos consejos te sirvan para que tu experiencia en un estudio sea la mejor posible. Ahora ya lo sabes, a ensayar y machacar los temas y, cuando los tengas, ¡llámanos!